Hoy
el Ministerio de Economía difirió por decreto todos los pagos de deuda emitida
en dólares bajo ley local hasta el 31 de diciembre. La medida era esperable por varios motivos. En primer lugar, por la demora en
el avance de la negociación con los bonistas de ley extranjera; en segundo lugar, por la
restricción de reservas netas disponibles para el pago de deuda; y por último, por la cercanía de vencimientos
relevantes a partir de mayo. En lugar de optar por una decisión “bono por
bono”, vemos positivo que se dé certidumbre en cuanto a un tratamiento
homogéneo para todos los vencimientos. Mientras tanto, el gobierno
argentino debe recuperar el tiempo perdido y avanzar con las negociaciones con
los bonistas de ley extranjera, utilizando su limitada caja para mostrar buena
voluntad y llegar al mejor acuerdo posible, que luego debería ser replicado en
los bonos de ley local. El diferimiento local en la práctica va en contra de la
lógica de no discriminar por legislación, pero la necesidad tiene cara de
hereje y el costo de diferir todos los pagos sería mucho mayor.
El gobierno argentino había publicado un
calendario para renegociar la deuda que era muy desafiante. A mediados de marzo se iba a presentar una
oferta formal y se previeron dos semanas para analizar la oferta, poniendo
fecha límite para aceptar la propuesta el 31 de marzo. Los problemas
comenzaron cuando el proceso se fue demorando. Primero Argentina compartió
números fiscales con poco esfuerzo bajo el argumento de la no viabilidad
política de ajustar las cuentas públicas en el corto plazo, y luego el gobierno
apostó más a “aliarse” con el FMI y buscar que el sector privado cargara con el
peso del alivio de deuda. Todos estos factores implicaron una postura más
agresiva y no consensuada con los fondos de inversión, lo que obviamente no
favoreció a un avance rápido en las negociaciones.
Pero además, la pandemia de Coronavirus
aportó también su cuota de demora e incertidumbre. Primero, porque el mundo es y será
totalmente diferente, y en ese contexto la realidad argentina también es
muy complicada de evaluar. Los números fiscales van a ser peores y la tensión
social será más alta. Aunque se trate de fenómenos temporarios, en el mejor de
los casos, nadie está hoy en condiciones de definir cuál es la nueva tasa de
financiamiento de largo plazo para Argentina (exit yield). Si antes del Coronavirus un escenario positivo era una
tasa de descuento de 10%, en el mundo post Coronavirus, ¿la tasa podría ser
15%? Más importante aún, los portfolio managers tienen hoy otras prioridades
y están apagando incendios en otra parte de sus carteras o han encontrado
oportunidades de deuda en distress
con mejor ecuación riesgo-retorno, así que hoy no parecen estar urgidos de
lograr un acuerdo rápido con Argentina.
Finalmente, otro cambio fundamental en las
últimas semanas y que ha afectado el proceso de negociación de la deuda ha sido
el impacto local del aislamiento social.
La caída en la actividad será bastante más pronunciada que la que se esperaba
hace solo un mes, el paquete fiscal crece día a día, y el financiamiento de las
medidas pondrán a prueba al Banco Central para emitir lo que haga falta para
aceitar la economía y a la vez a retirar los estímulos tan pronto sea posible
para no desestabilizar en exceso el frente monetario.
Al comienzo de año el gobierno separó US$
4,300 millones de dólares de reservas como para afrontar el pago de la deuda en
moneda extranjera mientras duraran las negociaciones. Pero el problema este año
no viene por la ley extranjera, sino por la ley local, que explicaba el 95% de
los vencimientos. En el caso de dólares, el próximo escollo importante era
mayo, con vencimientos fuertes en Bonar 24 y el Club de Paris, por un monto
cercano a los US$ 3,350 millones. La caja es fungible y limitada, de modo que era
previsible que con la demora de un acuerdo con bonistas de ley extranjera,
aumentaran las chances de un reperfilamiento en los bonos de ley local.
Con el diferimiento, el gobierno se hace de la
caja como para retomar la negociación con los fondos del exterior. En las próximas semanas sabremos si se avanza en una propuesta
consensuada, que abre la puerta a un acuerdo más rápido y a replicar las nuevas
condiciones en los bonos locales, o si se insiste en una propuesta unilateral
que probablemente implique un rechazo y posponer cualquier acuerdo para el año
que viene. La reacción inicial de los
bonos bajo ley extranjera fue buena y hoy el riesgo país se redujo hasta
3,600 pbs, lo que da la pauta que los inversores no descartan todavía una vía
de negociación. Mientras tanto, los
bonos de ley local se desplomaban más del 10% en promedio. El próximo test
para el gobierno serán los pagos de intereses por US$ 503 millones el 22 de
abril.
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