lunes, 24 de octubre de 2016

Bonos a 10 años, la gran apuesta a la baja de la inflación


La semana pasada el Gobierno redobló la apuesta y tuvo gran éxito al buscar financiamiento en pesos a tasa fija, esta vez a 7 y 10 años, para extender los plazos del bono a 5 años al 18.2% que colocó hace apenas tres semanas. El mercado volvió a mostrar gran interés y se colocaron a la par AR$ 22.8 mil millones a 7 años al 16.0% y AR$ 53.6 mil millones a 10 años al 15.5%.

El Gobierno logró de este modo seguir extendiendo la curva soberana en pesos a tasa fija y lo hizo a tasas que eran impensadas sólo unos meses atrás.

Es importante que la curva se mantuvo invertida, con tasas de interés más bajas para plazos más largos, lo que indica que el mercado está "comprando" una baja de inflación importante para los próximos años. En otras palabras, los inversores sacrifican algo de rendimiento en los primeros dos o tres años que esperan recuperar con creces en los años siguientes cuando la inflación llegue a un dígito.



El éxito del Gobierno en estas colocaciones es ciertamente compartido con el Banco Central. Si bien Prat Gay y Caputo tuvieron la visión de que esta transacción se podía hacer y que iba a ser exitosa, hubiera sido imposible colocar estos bonos si el mercado no estuviera convencido de que Sturzenegger va a hacer todo lo que sea necesario para que la inflación llegue a un dígito lo antes posible.

Esta curva en pesos a 10 años se convertirá más temprano que tarde en la referencia de tasas para el mercado de crédito local, que comenzará a desacoplarse de la tasa de política monetaria del Banco Central. Es decir, la curva soberana comenzará a ser la base sobre la que los bancos construyen su tasa de préstamos personales, prendarios o hipotecarios, agregándole sus primas de riesgo crediticio, operativo, encajes, e impuestos. En poco tiempo podremos ver hipotecas en pesos a tasas inferiores de entre 15 y 20%, y empresas que encontrarán más ventajoso endeudarse a largo plazo que a corto. 

El hecho de que el Gobierno esté desarrollando el mercado de pesos, tanto a tasa fija como en instrumentos ajustables por CER (o UVA como lo llaman ahora) es central para reducir la vulnerabilidad financiera del país en caso de que enfrente shocks externos. De hecho, una de las fortalezas de muchos países emergentes ha sido el hecho de que pudieron sobrellevar una fuerte depreciación de sus monedas sin que eso implique un aumento en el ratio de deuda pública a PBI.  Con estos nuevos bonos Argentina va en la dirección correcta.

Por último, con esta emisión el Gobierno prácticamente cerró el programa financiero de este año. Esto incluye unos US$ 5 mil millones para cumplir con el margen de financiamiento con el Banco Nación, que establece un máximo de 30% de los depósitos públicos en la entidad y que había quedado afectado tras una caída de los depósitos públicos.





lunes, 17 de octubre de 2016

Levar anclas cambiarias para comenzar a flotar

El peso argentino lentamente está comenzando a flotar. Esto implica empezar a desvincularse del histórico apego al dólar estadounidense y acoplarse a los movimientos comunes que registran las monedas de la región y las emergentes en general. Es algo que ya está comenzando a suceder.

Soltar el histórico anclaje al dólar para flotar y dejarse llevar por las corrientes donde navegan el resto de las monedas emergentes es una innovación. No ha sucedido antes en Argentina. El miedo a flotar, pero también el miedo a apreciar, fueron algunas de las razones del apego al dólar. Flotar es también una condición para implementar las metas de inflación en los próximos años. 

No entender la importancia de flotar y dejarse llevar por las corrientes donde navegan el resto de las monedas emergentes hizo que muchas veces el peso argentino quedara al borde del naufragio. Sin ir más lejos, el año pasado el peso fue a contramano del resto. La correlación del peso con las monedas emergentes fue negativa. Mientras éstas se depreciaban, el peso se apreciaba sistemáticamente frente al dólar. Como contrapartida, el Banco Central intervino en el mercado cambiario en el 100% de las jornadas, por supuesto, casi siempre vendiendo divisas. Ya sabemos cómo terminó esa historia. Y la hemos visto repetirse demasiadas veces.



Desvincularse del dólar equivale a vincularse al resto de las monedas. Por esta razón, este año ya ha comenzado a ser positiva la correlación del peso argentino con las monedas emergentes. No obstante, ese vínculo todavía dista mucho ser tan estrecho como el que exhiben otras monedas. En parte, porque este año el Banco Central ha intervenido en el 80% de las jornadas (si bien hace más de dos meses que no lo hace), con un saldo comprador equivalente al 30% de sus reservas (frente a saldos relativamente neutros en el resto de emergentes), y porque Argentina se encuentra en otro momento del ciclo de recepción de capitales. Aún así, cabe esperar que este vínculo en los próximos años cada vez sea más estrecho y más en línea con el que exhiben el resto de las monedas emergentes. 

miércoles, 5 de octubre de 2016

En 2017 la deuda pública con privados subiría casi 2 puntos hasta 21% del PBI

El año próximo el déficit primario rondaría el 4% del PBI según se desprende del Presupuesto. Tras el pago de intereses, el déficit fiscal treparía hasta el 6% del PBI. No obstante, cerca de la mitad de esos intereses los cobra el propio estado, ya que la mitad de la deuda pública se encuentra en poder de ANSES especialmente y en menor medida del Banco Central, y otras agencias públicas. Así, el déficit fiscal "neto" o las necesidades de nuevo financiamiento "excluyendo al sector público" ascienden a 5% del PBI.

¿De dónde provendrá ese nuevo financiamiento equivalente a 5% del PBI? Alrededor de 1.5% lo aportará el Banco Central, en tanto el mercado de capitales aportaría el 3.5% restante equivalente a unos USD 20 mil millones.

Banco Central: aportará cerca de 1.5% mediante adelantos transitorios y utilidades. Este año la asistencia rondará cerca del 2%, mientras que en 2015 había sido de 2.5% y de 4.0% si además se incluye el uso de reservas. Seguirá bajando la dominancia fiscal, aliviando al Banco Central.

Mercado local: podría aportar nuevo financiamiento por alrededor de 1.5% del PBI o unos US$ 8 mil millones, mediante un mix de bonos en pesos a tasa fija y letes en dólares similar al que está utilizando el Gobierno en los últimos meses. Es un aporte mayor al de este año, pero creemos que no debería comprometer la capacidad del mercado local para financiar al sector privado, más aún si se sigue permitiendo la participación de inversores del exterior. No obstante, también hay que emitir deuda para refinanciar los vencimientos de 2017, equivalentes a unos AR$ 130 mil millones de bonos en pesos y a unos US$ 6 mil millones de letes en dólares emitidas este año.

Mercado internacional: podría aportar nuevo financiamiento por alrededor de 2.0% del PBI o unos US$ 12 mil millones, mediante bonos en dólares y euros a mediano y largo plazo. Es un aporte mayor en términos de nuevo financiamiento al de este año, ya que gran parte se utilizó para pagarle a los holdouts. No obstante, también habrá que emitir deuda para refinanciar los vencimientos de capital, equivalentes a unos US$ 8 mil millones, donde se destaca el Bonar 17.

Multilaterales y oficiales: no aportarían nuevo financiamiento, en tanto esperamos desembolsos cercanos a USD 4 mil millones, que compensarían los vencimientos de capital con multilaterales y los pagos al Club de París.

Con todo, en 2017 la deuda con acreedores privados crecería unos US$ 20 mil millones y pasaría de representar algo más del 19% del PBI este año a cerca del 21% a fines de 2017 (el crecimiento del PBI en dólares y la parte de la deuda denominada en pesos ayudan a atenuar la suba a PBI).

Financiar US$ 20 mil millones “nuevos y frescos” por año en el mercado de capitales es una cifra importante para Argentina y para las economías emergentes pero financiable en la medida en que no haya un cisne negro en los mercados globales. A pesar de que la deuda es baja, es importante ir dando señales muy claras de que a partir de 2018 la política fiscal será más dura una vez la economía haya vuelto a crecer.