jueves, 28 de marzo de 2019

Mitos y realidades del boleto de colectivo


El gobierno está implementando desde comienzos de año un cronograma de suba de tarifas al transporte público en CABA y GBA. El aumento, por encima de la inflación, pega en los bolsillos de los usuarios, pero es necesario para reducir los subsidios económicos y cumplir con las metas fiscales acordadas con el FMI.
Para focalizar el análisis y poder comparar con la situación en otras ciudades de Latinoamérica y del interior del país nos concentramos en el boleto mínimo de colectivo. Anticipando la conclusión, aún con los aumentos ya mencionados el transporte público en Buenos Aires insume un 50% menos de los ingresos que en Latinoamérica y que en el interior del país.   
La inflación interanual de CABA a Febrero 2019 arroja una cifra de 49.7% en el acumulado de 12 meses, pero haciendo zoom en transporte la variación alcanza 64.6%, y concentrándonos en transporte público, servicios por carretera, el incremento llega al 82.6%.
No hay dudas de que el aumento porcentual es importante y que eso implica que una parte más significativa de los ingresos de los ciudadanos debe ser dedicada a este componente de la canasta de consumo. Sin embargo, es interesante comparar las tarifas de Buenos Aires con las del interior del país y de otros países de la región, para establecer si luego de los aumentos recientes el peso del transporte público en relación a los ingresos medios es elevado o no.
Con datos extraídos de Numbeo y que incluyen el ajuste más reciente que llevó el mínimo del boleto de colectivo en Buenos Aires a 18 pesos (desde 16.50 en febrero y 13 en diciembre pasado) se puede observarse que movilizarse en ómnibus en Bogotá tiene un costo de 29.30 pesos argentinos, frente a 42.90 en Montevideo o 44 pesos de Santiago y San Pablo. Así, se concluye que nuestro país sigue siendo el de más bajo costo del transporte público en términos absolutos y en relación al ingreso.
Otra comparación relevante es la que involucra el boleto mínimo de colectivo en la Ciudad y el Gran Buenos Aires respecto a otras ciudades del interior del país como Rosario, Córdoba o Bariloche, que tienen una tarifa mínima que oscila entre los 23 y los 27 pesos. También en este caso el transporte público en la Ciudad y el Gran Buenos Aires insume aproximadamente 50% menos de los ingresos medios de la población que en el interior del país.
Una aclaración importante es que por limitación de detalles disponibles y para asegurar la comparabilidad de los datos no se puso en juego el sistema de boleto multimodal que aplica un costo decreciente a la combinación de medios de transporte en el área metropolitana. Si se tuviera en cuenta esa menor tarifa las conclusiones de este análisis serían todavía más fuertes.

martes, 19 de marzo de 2019

Brasil y la reforma previsional, esperando la carroza


El gobierno de Jair Bolsonaro transita un período de luna de miel con los mercados pero tiene que hacer “delivery” y avanzar de manera concreta en las reformas económicas prometidas. La más importante según nuestra visión es la reforma del sistema previsional. No introducir cambios en ese frente impactará en un mayor déficit fiscal a futuro, lo que amenaza la sustentabilidad de la deuda. En 2018 Brasil registró un déficit primario de 1.6% del PBI y un déficit total de 7.0% por la carga de intereses, en tanto la deuda pública bruta rondó el 78% del PBI y la deuda neta el 55%.
En Argentina, la Ley de Reparación Histórica creó el Consejo de Sustentabilidad Previsional y le encargó la elaboración de un proyecto de ley que contenga un nuevo régimen previsional para su consideración por parte del Congreso. El Consejo tiene un plazo de 3 años desde la sanción de la ley para cumplir con su cometido. Difícilmente se reúna antes de noviembre, pero lo que se resuelva en estas semanas en Brasil probablemente condicione el futuro de nuestro sistema previsional. 
Actualmente, en Brasil existen dos grandes sistemas previsionales: el régimen general de la previdencia social (RGPS), para trabajadores del sector privado, y los regímenes propios de previdencia social (RPPS), para empleados públicos y militares.
El RGPS atiende a más de 30 millones de personas y no cuenta con una edad mínima para el retiro. Los hombres se jubilan con 35 años de contribuciones y las mujeres, con 30 años de aportes. En promedio, los hombres brasileños se jubilan a los 56 años y las mujeres, a los 53. En caso de no haber realizado contribuciones al sistema, se prevé la jubilación a los 65 años de edad para los hombres y a los 60 años para las mujeres, con un beneficio básico que no puede ser menor al salario mínimo.
En los RPPS, con casi cuatro millones de beneficiarios a quienes se los considera "privilegiados", la edad mínima para jubilarse es de 55 años en el caso de los hombres y de 50 años para el caso de las mujeres, con aportes obligatorios por 35 y 30 años respectivamente.
Las principales medidas incluidas en el proyecto de ley de reforma actualmente en discusión son  la introducción de un período de transición de 12 años en el que se implementa una edad mínima jubilatoria de 62 años para las mujeres y 65 años para los hombres y la implementación de igualdad de reglas de retiro para empleados del sector público y sector privado.
Factores demográficos (como el envejecimiento poblacional) y el otorgamiento de beneficios por encima de los recursos del sistema han provocado un déficit en el sistema jubilatorio cercano a los 4.3 puntos porcentuales del PBI, tema que justamente intenta corregir la reforma planteada. Las similitudes con el caso argentino son notables.
La meta del gobierno brasileño es lograr un ahorro fiscal de unos USD 265 mil millones a lo largo de la próxima década. Esta cifra representa cerca del 13% del PBI brasileño. Sin embargo, la naturaleza gradual del ajuste implicaría muy probablemente un impacto menor. Como ejemplo, Banco Itaú pronostica una mejora fiscal de 1.4 puntos hacia el año 2027, pero esa cifra depende de la fecha de implementación de los cambios.
Por tratarse de una enmienda de tipo constitucional, la principal complicación para Bolsonaro es que requiere una aprobación en cada cámara con 3/5 de los votos de diputados y de senadores.  No está para nada claro que el oficialismo haya podido tejer las alianzas para alcanzar esos votos y es probable que encuentre resistencia de los partidos.
La importancia de este asunto es doble para Argentina. Primero, porque el mayor crecimiento económico de Brasil -para lo cual la reforma parece un hito necesario- representa crecimiento extra para nosotros. Históricamente, por cada punto de PBI de crecimiento en Brasil, Argentina crece 0.25 puntos adicionales. Segundo, y más importante aún, porque la aprobación de una reforma de este estilo en Brasil puede inspirar a nuestros legisladores y a la sociedad a avanzar en la misma dirección. 

martes, 12 de marzo de 2019

El divorcio entre Wall Street y Main Street


La economía de Estados Unidos muestra señales de desaceleración. Sin embargo, los mercados de acciones nos trajeron un enero de película y un febrero sólido. El índice S&P 500 avanzó 7.8% el primer mes del año y reforzó la tendencia con un crecimiento de 3% el mes pasado. Es cierto que una coyuntura muy desfavorable a fin de año lo había llevado a caer 9.2% en diciembre y 6.2% en el año 2018, pero el rebote del 2019 ha sido importante.   
Mientras tanto, la tasa americana de 10 años se ha mantenido relativamente estable en la zona de 2.60 a 2.75%. Ese es el mejor de los mundos para Argentina: una economía americana que se debilita pero que a la vez evita la recesión. Un “soft landing” asegura que esta desaceleración de la principal economía mundial pase a la historia y a la vez permite mantener encendidos en modo “risk on” a los inversores, lo cual es crítico para mantener el riesgo país argentino lo más bajo posible.
Los números publicados recientemente apuntan al debilitamiento y la recesión no parece estar en el horizonte para este año. Sin embargo, no podemos prever con precisión el momento en el que el mercado se anticipa o cuán fuerte puede ser la desaceleración de la actividad.
Mirando por el retrovisor, sabemos que el PBI en Estados Unidos moderó su velocidad de crecimiento en el cuarto trimestre de 2018 y que la expansión real fue de 2.6% en ese período y de 2.9% acumulado en el año. Los números publicados en marzo no fueron positivos para Main Street: 
ü  Consumo personal, consumo real e ingreso personal más débil que lo esperado.
ü  Inflación medida por precios al consumidor implícitos (PCE, la medida preferida de inflación de la Fed por tratarse de una canasta más amplia que la del IPC) estables a ligeramente decrecientes.
ü  Creación de empleo no agrícola medido por el índice ADP (Automatic Data Processing es el auspiciante de este sondeo),  menor a la esperada.
ü  Actividad manufacturera medida por el ISM-PMI (Purchasing Managers’ Index) por debajo de las expectativas.
Mucho más interesante para tener el termómetro de la calle son los “nowcasts” que publican los diferentes bancos que integran el sistema de la Reserva Federal. Se trata de estimaciones “on line” del PBI usando diferentes metodologías, que incorporan los últimos datos disponibles, tanto "duros" como "blandos", procesados por modelos matemáticos sin ningún ajuste subjetivo.
Si bien no es la primera vez que sucede, llama la atención la diferencia entre los nowcasts para el crecimiento trimestral anualizado del primer trimestre 2019 de las Reservas Federales de Nueva York (0.9%) y Atlanta (0.5%), por un lado, y de Saint Louis (2.3%), por el otro. Mientras que las primeras consideran "data dura", la metodología de la Fed de Saint Louis incorpora "data blanda" (como expectativas). Habrá que aguardar a conocer el dato de PBI del primer trimestre (primera estimación se conocerá el 26 de abril) para despejar el misterio, y de paso comprender mejor cuál fue el efecto del "government shutdown" que condicionó a la actividad económica en los primeros meses del año. 
Está claro que la desaceleración suave es la que más le conviene a Argentina por lo ya comentado. Esperemos que Saint Louis sea el mejor estimador.


jueves, 7 de marzo de 2019

Por qué esta vez la salida de la recesión será más lenta

Hay algunos argumentos de peso para creer que en esta ocasión la salida de la recesión será más lenta que en experiencias anteriores, especialmente para la actividad económica no agrícola. Desde hace ya varios meses que la economía comenzó a transitar un importante rebalanceo macroeconómico desatado tras una disminución repentina en las oportunidades de financiamiento disponibles. Este es un elemento central que no estuvo presente en las últimas recesiones.
La corrección del déficit fiscal y externo hoy se da justamente en el medio de la recesión. En las recesiones anteriores (2008/09, 2014 y 2016), la actividad económica logró recuperarse y volver a crecer mientras aumentaban el déficit fiscal y externo. Esta vez será diferente.
La corrección fiscal implica menos gasto público y mayor presión tributaria sobre el sector privado. En las salidas de las recesiones anteriores había margen para aumentar el déficit fiscal, y sobre todo aumentaba el gasto público. Hoy no hay espacio para ello.
La corrección externa implica que la demanda doméstica, especialmente el consumo privado, no puede liderar el repunte de la actividad económica, sino las exportaciones. Pero las exportaciones tardan tiempo en crecer, en parte, porque la oferta exportable es bien diferente a la oferta que abastece al consumo privado. El consumo esta vez no podrá liderar la expansión de la actividad.
La política monetaria es mucho más dura que en las últimas recesiones. Si bien hasta ahora ha sido muy exitosa en estabilizar el tipo de cambio, la experiencia internacional muestra que las estabilizaciones basadas en anclas monetarias son claramente recesivas a corto plazo.    
La inflación está tomando más tiempo en bajar que en las correcciones cambiarias anteriores. Esto dificulta aún más la recuperación del consumo privado. Por ejemplo, las jubilaciones, que se indexan por la inflación pasada, recién crecerían algo en términos reales en el segundo trimestre. La inflación del primer trimestre seguramente será mayor al 7.8% trimestral que ajustaron las jubilaciones en diciembre pasado