miércoles, 30 de mayo de 2018

El impacto de la reciente turbulencia

Las subas del tipo de cambio, las tasas de interés y el riesgo país de las últimas semanas configuran un entorno menos favorable para el crecimiento y la desinflación en lo que resta del año. Aún asumiendo que no hay nuevas turbulencias y que un programa creíble con el FMI permita estabilizar las expectativas del mercado, creemos que este año el crecimiento se verá afectado y que la inflación y el tipo de cambio real serán más altos que lo esperado inicialmente.
Si bien la corrida cambiaria parece haber encontrado un punto de inflexión la semana pasada tras la licitación de Lebacs, es  muy importante tener presente que la estabilización del mercado cambiario depende crucialmente de que no se repitan nuevos shocks externos y de una efectiva implementación de las próximas medidas de política económica. Bajo este supuesto de una vuelta de la calma al mercado es que detallamos a continuación los posibles impactos en diferentes variables.
La actividad económica esperamos que se expanda apenas 0.9% este año, frente al 1.8% que esperábamos meses atrás. Creemos que habrá caídas en el segundo y tercer trimestre y un tenue repunte en el cuarto. En este trimestre incidirán la sequía y el estancamiento del crédito y en el tercero sobre todo la caída del salario real, en tanto la actualización salarial y de las jubilaciones permitiría recomponer el consumo recién en el último trimestre.
La inflación esperamos cierre el año en torno al 26.5% anual. La reciente suba del tipo de cambio tendrá cierto traslado a los precios, sobre todo de bienes transables. Si bien el traslado a precios sigue siendo más alto que en otros países de la región, en los últimos años ha mostrado cierta moderación. Esta previsión de inflación asume un traslado moderado.
El tipo de cambio creemos que se ubicará en torno a 27 pesos por dólar hacia fin de año. Una vez anunciado el acuerdo con el FMI, creemos que el Banco Central abandonará el actual "techo" de 25 pesos y retomará la flotación "sucia" de los últimos dos años. En paralelo, las tasas de interés comenzarán lentamente a bajar. Con todo, en este contexto el tipo de cambio real a fin de año se ubicaría en torno a los niveles actuales, lo que significa un 20% más depreciado que el promedio del año pasado.
Las cuentas fiscales y externas tendrán un alivio por la suba del tipo de cambio y la inflación. La mayor inflación ayudará a licuar aquella porción del gasto público que no se encuentra indexada y a mejorar relativamente la performance de la recaudación. A esto hay que sumarle el posible endurecimiento de la política fiscal tras el acuerdo con el FMI y la decisión de Macri de centralizar en Dujovne las decisiones económicas para mejorar la coordinación. Las cuentas externas podrán bajar el déficit sobre todo por el encarecimiento del turismo y los bienes de consumo importados. El déficit externo podría reducirse en unos US$ 5000 millones anuales.
Las condiciones financieras internacionales resultaron menos favorables en los últimos meses. La suba de la inflación esperada y el endurecimiento de la política monetaria en EEUU elevaron las tasas de interés y provocaron un fortalecimiento global del dólar y cierta retracción en la liquidez global. La búsqueda de un programa con el FMI llega justamente para adaptarnos a un contexto en el que se enfrenta un mundo financieramente más complejo para Argentina.
La reciente turbulencia muestra lo reactiva que es la economía argentina a cambios globales en las valuaciones de riesgo, tanto en términos absolutos, considerando el fuerte aumento del riesgo país o el tipo de cambio, como relativo a otros países de la región, que la atravesaron mejor de la mano de mejores fundamentals. No hay que esperar que esta mayor vulnerabilidad desaparezca tras el acuerdo con el FMI. Para ello deben mejorar los fundamentals y eso no se puede lograr de la noche a la mañana. 

jueves, 3 de mayo de 2018

El salario real crece, pero la sensación es otra


El salario real es levemente superior a un año atrás. No obstante, el humor social no parece capturar esta mejora. En abril la confianza en el Gobierno cayó 10% respecto a marzo, la segunda mayor caída después de diciembre pasado. Se encuentra 20% por debajo de un año atrás y es el menor registro desde que Macri es Presidente. ¿Qué factores económicos hay detrás de esto?.
El cambio en los precios relativos derivado de los ajustes de tarifas puede ayudarnos a explicar este divorcio entre el salario real y el termómetro social. Los hogares están destinando una proporción cada vez mayor de sus ingresos al pago de los servicios públicos. A pesar que el salario real es mayor a un año atrás, el salario real disponible tras pagar los servicios públicos y otros gastos "fijos o semi-fijos" es menor que un año atrás. 

El peso de los servicios públicos -en promedio- creció algo más de 5 puntos porcentuales desde diciembre de 2015. Pagar la boleta de luz o de gas lógicamente no genera la misma satisfacción que salir a comer, ir al cine, a comprar ropa en el shopping o a viajar, entre otros gastos que son más "variables". Los gastos "fijos o semi-fijos" (como los alimentos, las expensas, el alquiler, la prepaga, el colegio, etc.) no aumentaron su participación, gracias a que el precio relativo de los alimentos ha estado cayendo en los últimos años. Quizás esto último recientemente pueda estar cambiando tras la reciente suba del tipo de cambio y sumando "presión" adicional a los "gastos variables".

No parece muy sorprendente que el salario real para "gastos variables" en los últimos años se haya comportado bastante parecido a la confianza del consumidor. La confianza tiende a crecer cuando los hogares tienen más recursos disponibles para destinar a aquellos gastos que le reportan más satisfacción.
Para terminar, los efectos de los ajustes de tarifas no son simétricos entre los diferentes deciles de ingresos. Aquellos más bajos (el 1 y el 2) están más protegidos por la tarifa "social" y los programas asistenciales. No obstante, los deciles intermedios (3 al 7) seguramente fueron los más afectados por los ajustes de tarifas y aquellos que más han tenido que recortar relativamente los "gastos variables".