Los
tipo de cambio alternativos MEP y CCL ya alcanzaron hoy una cotización
implícita de AR$ 100, anotando dos días consecutivos de subas
diarias del 5%, y acumulando durante abril un incremento de 16%. Así, la brecha
con el tipo de cambio oficial se ubica cerca del 54%. El salto no sorprende
dada la magnitud de la emisión monetaria de marzo y abril, pero era esperado
más adelante cuando el incremento de base monetaria comenzara a circular
con la transmisión de crédito bancario.
En este contexto, el Banco Central más que nunca debe administrar el
tipo de cambio oficial y “llevarlo” a un equilibrio justo que permita cuidar
reservas y anclar las expectativas de inflación.
La crisis de Coronavirus nos encuentra
nuevamente con vulnerabilidad. El sector público va a tener que ocupar parte
del espacio que el sector privado va a dejar vacío con una fuerte caída de
actividad. A diferencia de otros
países, el estimulo fiscal en Argentina, que rondará cerca de 1.4%
del PBI (como mínimo), sólo podrá ser financiado con emisión monetaria.
Pero otra diferencia más importante aún, es que la confianza en el peso es
muy baja. Así, el financiamiento
monetario del déficit fiscal implica un riesgo concreto de aceleración
inflacionaria cuando los pesos “sobran”.
Con datos hasta el 3 de abril, el BCRA viene
expandiendo la base en AR$ 141 mil millones en esos 3 días, que se suman a la
fuerte expansión de marzo por AR$ 576 mil millones, un incremento de 34%
mensual y equivalente a 1.9% del PBI. En el acumulado del 2020, el BCRA
expandió AR$ 538 mil millones, que se agregaron a la fuerte expansión de la
base monetaria de finales del año pasado por AR$ 585 mil millones durante el
4T-2019.
La gran mayoría de estos pesos nuevos todavía no circulan,
sino que están estacionados en la cuenta de los bancos en el Banco Central. Cuando los bancos otorguen créditos al
sector privado y los pesos empiecen a circular, la emisión tendrá efectos
monetarios y acelerará la inflación.
El primer paso de esa aceleración es la suba de la brecha
cambiaria. Hasta tanto los consumidores y las empresas no puedan hacerse
de bienes, se están posicionando en dólar MEP o CCL. Esa estrategia es todavía más
racional cuanto más baja sea la tasa de interés en pesos. El aumento de la liquidez en bancos, que
todavía no se traduce en préstamos al sector privado, indujo un desplome de
tasa de interés de plazo fijo y caución, lo que a su vez presiona la brecha
cambiaria.
Dado que el Banco Central tiene que ponerse
la banda de capitán y financiar el déficit, debe administrar una serie de
anclas para estabilizar las expectativas,
contener la brecha cambiaria y los precios. Las tarifas de servicios públicos congeladas
y los acuerdos salariales ultra moderados serán de ayuda, pero el principal
instrumento que tiene el Banco Central para anclar expectativas es el tipo de
cambio nominal.
En lo que va de abril, la depreciación nominal
alcanza el 1.4% y 9.1% en el año, frente a una depreciación del real brasileño
y otras monedas emergentes del 30%. Así,
está claro que el Banco Central utiliza el ancla cambiaria, pero está
corriendo el riesgo de atrasar el tipo de cambio real, perder competitividad y
sacrificar reservas internacionales que son invaluables en este
contexto.
Así, el Banco Central enfrenta dos
desafíos. El primero se resume en buscar el equilibrio justo y deslizar
el tipo de cambio lo suficiente como para mantener competitividad, pero sin
saltos que afecten las expectativas.
En nuestra opinión, la depreciación en un rango mensual de 3 a 4% se
arrima a ese equilibrio. El segundo desafío es absorber la cantidad de pesos
excedentes una vez que la economía encuentre su piso, hacia fines del
segundo trimestre con visión optimista.
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