miércoles, 4 de marzo de 2020

Hay pocas herramientas para administrar un “cisne negro” de Coronavirus


El brote de Coronavirus está afectando significativamente a los mercados financieros globales, con una corrección de 10% en los índices de acciones y tasas de bonos del tesoro americano de 10 años en mínimos históricos de 1.08%. Es incierto cuán duro será el impacto en el nivel de actividad y su duración, y además la caja de herramientas de política económica global está bastante vacía. Como no hay mucho espacio para estímulos fiscales o monetarios, es clave que el shock “Coronavirus” se supere rápidamente desde lo sanitario.
El impacto para Argentina será negativo en lo comercial, pero podría ser una oportunidad en lo financiero si las tasas internacionales se mantienen en niveles ultra bajos por más tiempo.
Es complicado encasillar este “cisne negro” como de demanda o de oferta, ya que como nunca antes afecta a ambas curvas. La demanda se retrae porque con la cuarentena se recortan dramáticamente los viajes y la rutina normal de personas y empresas, afectando el nivel de gasto, tanto actual como a través de las expectativas. Pero lo novedoso y disruptivo viene desde el lado de la oferta, ya que las principales cadenas de valor agregado mundial involucran a China o países vecinos. Además de ser la segunda economía, China es el principal demandante de todas las materias primas.
Tampoco sabemos si el golpe de Coronavirus es transitorio, o permanente, aunque el brote en sí parece haber llegado a su pico.  En el primer caso, no implicará una importante destrucción de producción y consumo, sino más bien su postergación. Las primeras estimaciones de la OCDE dan cuenta de una pérdida de medio punto de PBI mundial en 2020.  En cambio, en el segundo caso pondría al mundo en una fuerte desaceleración cuando el nivel de endeudamiento es alto y eso puede tener coletazos en la liquidez de empresas y gobiernos.  Ahí es donde adquiere importancia el accionar de los Bancos Centrales.  
Desde lo monetario, la Reserva Federal y el Banco Central Europeo están en modo expansivo desde agosto del año pasado, cuando la guerra comercial entre China y Estados Unidos desaceleró el comercio mundial y contra-atacaron con programas de recompra de bonos. Hay algo de margen para que la Fed recorte la tasa, y el mercado ya descuenta hasta 75 pbs de reducción de la tasa de política en la reunión de marzo. El recorte puede servir para mitigar el nivel de pánico de los inversores y así ayudar a contener la hemorragia, pero difícilmente apuntale el nivel de actividad en el corto plazo. Si la producción se interrumpe, ni siquiera con estímulos se puede gastar más.
Desde lo fiscal, el endeudamiento de los países desarrollados y niveles de déficit relativamente altos complican cualquier aumento masivo del gasto público. Las únicas excepciones han sido Alemania y China, que anunciaron su intención de incrementar el gasto público. Alemania, porque tiene superávit fiscal, y China, porque tiene reservas acumuladas y es el epicentro del brote. En caso de avanzar con mayor gasto, las tasas reales negativas (y en varios casos hasta nominales negativas), implican un muy bajo costo de financiamiento.
Cualquiera sea el caso, tenemos por delante una caída de precios y de volúmenes de exportación, lo que afectará negativamente en Argentina al menos en lo que queda de 2020. Los sectores más vinculados al mercado doméstico estarán algo más protegidos. En lo financiero, el ciclo de políticas monetarias expansivas se prolongará por más tiempo y las tasas ultra bajas también. Si Argentina hace una propuesta razonable para resolver la crisis de deuda, el Coronavirus puede ser una oportunidad. 






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