Los mercados
financieros globales siguen en la cuerda floja.
Al comienzo de esta semana, el precio del petróleo cayó cerca de 20%
luego de que Arabia Saudita y Rusia comenzaran los preparativos para una guerra
de precios. La magnitud y velocidad de la caída ponen en riesgo a la industria
de energía, pero el impacto sobre todo el sistema financiero internacional
puede ser significativo. En modo “pánico”, los bonos del tesoro americano a 10
años rinden 0.50% y las bolsas suspendieron momentáneamente la rueda luego de
una caída de 7%. Estas son malas
noticias para Argentina, tanto en la micro por la viabilidad de corto plazo de
Vaca Muerta, como en la macro por su impacto en actividad, el frente externo, y
las probabilidades de un acuerdo con los bonistas.
El origen de la crisis actual se situó al final de la semana pasada,
cuando se agrietó la alianza OPEP + Rusia ya que Moscú rechazó la propuesta de
Arabia Saudita de recortar la producción.
El fracaso de la medida, cuyo objetivo era compensar el desplome de la demanda
de crudo desatada por la crisis del Coronavirus, provocó la reacción de Arabia
Saudita, que respondió con una rebaja de precios a sus clientes en Asia y el
anuncio de un recorte de su producción a partir de abril, lo que prepara el
terreno para una guerra de precios.
El matrimonio por
conveniencia entre Rusia y Arabia Saudita tiene raíces económicas, ya que son
los dos mayores productores de petróleo convencional, y están siendo desafiados
por el crecimiento de los productores de gas y petróleo no convencional de
Estados Unidos y Canadá. Políticamente ambos socios son enemigos, ya que los
intereses en Medio Oriente son contrapuestos, con Rusia apoyando a Siria y
Arabia Saudita con una visión pro-occidental.
De cualquier
manera, Arabia Saudita decidió salir del cartel y comenzar una guerra de
precios, y con ello el petróleo se derrumbó.
Aproximadamente un 3% del índice S&P está relacionado con empresas
de petróleo, pero 11% de las emisiones de deuda de high yield están concentradas en la industria de energía no
convencional de Estados Unidos y Canadá.
Con estos precios del petróleo, muchos proyectos dejan de ser viables y las
compañías con alto nivel de endeudamiento enfrentarán problemas de liquidez
para renovar la deuda, por lo que se espera un aumento importante de los
castigos crediticios, que a su vez afectarán a bancos y fondos de
inversión.
Lamentablemente, el impacto para Argentina va a ser negativo
en cuatro frentes:
ü Restructuración de deuda: Si bien la semana pasada comentábamos que el brote de Coronavirus
podía ser una oportunidad, manteniendo las tasas mundiales ultra bajas, el paso
del mercado a situación de pánico podría anular cualquier efecto positivo de
menores tasas ya que los inversores buscan refugio y no quieren tomar riesgo. Del
mismo modo, las chances de un acuerdo rápido también se reducen.
ü Actividad: el impacto en menor actividad de los países de la región, va a pegar
un coletazo en una recuperación más lenta de la producción en Argentina. Por
dar sólo un ejemplo, un menor crecimiento esperado en Brasil afectará la
performance industrial local.
ü Frente externo: las monedas emergentes se están depreciando con fuerza mientras que la
flotación administrada del Banco Central está manteniendo al peso argentino
prácticamente sin cambios. Si sumamos a este efecto nominal la todavía muy alta
inflación local en comparación con los vecinos, está claro que la
competitividad se verá reducida.
ü
Vaca Muerta: la viabilidad económica
del yacimiento se basa en el precio del petróleo comparado con el costo de
extracción, el acceso al crédito para nuevas inversiones, y reglas de juego
claras para los inversores. Estábamos
esperando novedades sobre los últimos dos factores, pero la caída del precio
del petróleo al rango de 30-35 dólares pone en serio riesgo la viabilidad
económica de la producción local.
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