miércoles, 11 de marzo de 2020

Llueve sobre mojado


Los mercados financieros globales siguen en la cuerda floja.  Al comienzo de esta semana, el precio del petróleo cayó cerca de 20% luego de que Arabia Saudita y Rusia comenzaran los preparativos para una guerra de precios. La magnitud y velocidad de la caída ponen en riesgo a la industria de energía, pero el impacto sobre todo el sistema financiero internacional puede ser significativo. En modo “pánico”, los bonos del tesoro americano a 10 años rinden 0.50% y las bolsas suspendieron momentáneamente la rueda luego de una caída de 7%. Estas son malas noticias para Argentina, tanto en la micro por la viabilidad de corto plazo de Vaca Muerta, como en la macro por su impacto en actividad, el frente externo, y las probabilidades de un acuerdo con los bonistas.
El origen de la crisis actual se situó al final de la semana pasada, cuando se agrietó la alianza OPEP + Rusia ya que Moscú rechazó la propuesta de Arabia Saudita de recortar la producción. El fracaso de la medida, cuyo objetivo era compensar el desplome de la demanda de crudo desatada por la crisis del Coronavirus, provocó la reacción de Arabia Saudita, que respondió con una rebaja de precios a sus clientes en Asia y el anuncio de un recorte de su producción a partir de abril, lo que prepara el terreno para una guerra de precios.
El matrimonio por conveniencia entre Rusia y Arabia Saudita tiene raíces económicas, ya que son los dos mayores productores de petróleo convencional, y están siendo desafiados por el crecimiento de los productores de gas y petróleo no convencional de Estados Unidos y Canadá. Políticamente ambos socios son enemigos, ya que los intereses en Medio Oriente son contrapuestos, con Rusia apoyando a Siria y Arabia Saudita con una visión pro-occidental.
De cualquier manera, Arabia Saudita decidió salir del cartel y comenzar una guerra de precios, y con ello el petróleo se derrumbó.  Aproximadamente un 3% del índice S&P está relacionado con empresas de petróleo, pero 11% de las emisiones de deuda de high yield están concentradas en la industria de energía no convencional de Estados Unidos y Canadá. Con estos precios del petróleo, muchos proyectos dejan de ser viables y las compañías con alto nivel de endeudamiento enfrentarán problemas de liquidez para renovar la deuda, por lo que se espera un aumento importante de los castigos crediticios, que a su vez afectarán a bancos y fondos de inversión. 
Lamentablemente, el impacto para Argentina va a ser negativo en cuatro frentes:
ü  Restructuración de deuda: Si bien la semana pasada comentábamos que el brote de Coronavirus podía ser una oportunidad, manteniendo las tasas mundiales ultra bajas, el paso del mercado a situación de pánico podría anular cualquier efecto positivo de menores tasas ya que los inversores buscan refugio y no quieren tomar riesgo. Del mismo modo, las chances de un acuerdo rápido también se reducen.
ü  Actividad: el impacto en menor actividad de los países de la región, va a pegar un coletazo en una recuperación más lenta de la producción en Argentina. Por dar sólo un ejemplo, un menor crecimiento esperado en Brasil afectará la performance industrial local.
ü  Frente externo: las monedas emergentes se están depreciando con fuerza mientras que la flotación administrada del Banco Central está manteniendo al peso argentino prácticamente sin cambios. Si sumamos a este efecto nominal la todavía muy alta inflación local en comparación con los vecinos, está claro que la competitividad se verá reducida.
ü  Vaca Muerta: la viabilidad económica del yacimiento se basa en el precio del petróleo comparado con el costo de extracción, el acceso al crédito para nuevas inversiones, y reglas de juego claras para los inversores.  Estábamos esperando novedades sobre los últimos dos factores, pero la caída del precio del petróleo al rango de 30-35 dólares pone en serio riesgo la viabilidad económica de la producción local. 


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