La inflación en Argentina es endémica. Desde hace ya más de 15 años que
lidiamos con una inflación que sube en
“escalones”, pasando de un escalón que promedió el 10% en 2003-06, al 20% en
2007-13, al 30% en 2014-17 y ahora al 50% en la ventana 2018-20. Las
últimas proyecciones para noviembre apuntan a un nuevo repique hacia la zona
del 4% al 5% mensual, lo que trae nuevamente el problema de cómo anticipar esta
variable que parece indomable y condiciona tanto el clima de negocios.
Nuestra opinión es que la inflación depende
fundamentalmente de factores macroeconómicos, aunque a veces los factores
microeconómicos pueden tener un rol destacable. El escenario más probable el año próximo es que la inflación se mantenga en torno al
50% anual, si el gobierno opta por preservar ciertos fundamentos
macroeconómicos. Si esto no sucede, en algún momento la inflación podrá saltar
otro escalón y apuntar hacia al 90% anual, aún si se priorizan mecanismos
microeconómicos de contención de precios, que si bien transitoriamente a corto
plazo podrían tener cierta efectividad, históricamente siempre han fracasado.
Factores macroeconómicos que apuntan a una
inflación acelerando:
ü Emisión monetaria: el gobierno necesita en diciembre unos AR$ 270 mil millones para cubrir
el déficit primario -alto por aguinaldos y otros gastos- y los pagos de las
letras en pesos. Dado que no hay caja ni crédito, habrá que emitir pesos. Pero
hay otros factores, como la compra de reservas, que juntos harán crecer la base
monetaria más de 30% en pocos meses. Si bien la demanda de dinero crece a fin
de año, luego cae y si para entonces no se reabsorben los pesos, podría haber
un rebrote inflacionario.
ü Tarifas, subsidios y déficit: la depreciación del peso llevó al gobierno de Macri a atrasar tarifas
en los últimos meses. El próximo gobierno deberá decidir si retoma los ajustes
tarifarios (malo para la inflación a corto plazo) o si regresan los subsidios
(malo para el resultado fiscal). La frazada es corta y el factor tarifas va a
tener un impacto inflacionario (resta saber por cuánto) al inicio del próximo
gobierno.
ü Anclaje nominal del tipo
de cambio oficial: la estabilización del mercado cambiario en
la transición está basada en un cepo muy duro. El tipo de cambio real actual es
competitivo para el comercio, pero creemos no
hay demasiado espacio para atrasarlo y usarlo ancla antiinflacionaria como
en otros tiempos, en parte porque justamente se parte de niveles de inflación en
el rango del 4% al 5% mensual.
Factores microeconómicos que el próximo
gobierno utilizaría para contener inflación:
ü Suba de retenciones a las
exportaciones de alimentos: especialmente a
productos de la canasta alimentaria, como carnes y harinas. Además del efecto
recaudatorio, las retenciones bajan el precio doméstico de los alimentos, lo
que inicialmente contribuye a mitigar la inflación.
ü Acuerdo de precios y
salarios: una promesa de campaña fue un aumento de
salarios y jubilaciones, seguido de un acuerdo de precios. La intervención del
Estado coordinando precios puede tener efectos transitorios y ayudar a moderar
expectativas, pero si no es acompañada de prudencia en el plano macro está
condenada a fracasar, porque los incentivos a salir del acuerdo serán muy
fuertes.
Las decisiones del próximo gobierno van a
condicionar el nivel de inflación de los próximos años. Para continuar en el escalón del 50% anual es
necesario que los fundamentos macroeconómicos acompañen a las medidas
microeconómicas. Un crecimiento ordenado de la base monetaria y una
administración cuidadosa de la tensión entre
subsidios y tarifas son clave. Si el
gobierno opta por luchar contra la inflación exclusivamente con herramientas microeconómicas es muy
probable que la inflación salte a un escalón más alto.
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