El gobierno sigue
preocupado con la brecha que existe entre el contado con liqui y el dólar
oficial, por el potencial impacto
que podría tener sobre las reservas internacionales y las expectativas de
inflación.
La semana anterior trató
de “aplanar” la brecha, con poco éxito, regulando los activos en dólares que
pueden tener los fondos comunes de inversión. Ante ese fracaso, ahora
buscó bajarla restringiendo la posibilidad de comprar dólares en la bolsa con
nuevas regulaciones para quienes se hayan beneficiado de financiamiento
blando o a tasa cero para afrontar la crisis del Coronavirus, para los que
compren dólares en el mercado oficial (como importadores o inversores
minoristas, que pueden comprar 200 dólares por mes), y a quienes vendan títulos
contra dólares o giren los títulos al exterior.
La lógica detrás de los
cambios normativos del Banco Central, que probablemente sean seguidos de
regulaciones de CNV para alcanzar a las ALyCs, es doble. Primero, que quien reciba asistencia del Gobierno bajo la
forma de pesos baratos no pueda presionar con esos pesos sobre ninguna de las
variantes del dólar, sea MULC (para el pago de deudas), MEP o CCL. Segundo,
que los que tengan acceso al MULC y por ende al “subsidio” del dólar
oficial, no tengan acceso en simultáneo a los dólares MEP y CCL.
Lamentablemente, estas
restricciones no van al fondo del problema, y es que los inversores han estado buscando refugio en el dólar por varios
motivos. En primer lugar, por los bajísimos rendimientos que hoy
tienen los plazos fijos y otros instrumentos de ahorro en pesos.
Luego, por los temores de que haya un rebrote
de la inflación cuando la gente salga de la cuarentena y vuelva a consumir.
Por últimos, existe temor de tener activos financieros argentinos ante la amenaza de un nuevo default.
Las medidas que viene tomando el Gobierno funcionan como una aspirina, bajando la
brecha “por un ratito”, pero sin
solucionar el problema de fondo. Además, a diferencia de una aspirina, muchas de las medidas que se vienen tomando tienen efectos secundarios
graves, especialmente porque erosionan la confianza y en muchos
casos destruyen instrumentos de ahorro de largo plazo. Algo
parecido con lo que pasó con la manipulación del índice de inflación, que para
ahorrar pagos de capital terminó destruyendo el ahorro en pesos.
Si bien en el muy corto plazo lo más
probable es que estas medidas “aplanen” la brecha cambiaria, no deberíamos
esperar que funcionen más allá de algunas semanas o días. En la medida que
no se ataquen los problemas de fondo, la brecha se volverá a escapar, y
lo único que se habrá logrado en el camino es hacer mucho daño al ahorro y
la inversión.
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