Ahora se abre una
carrera contrarreloj para evitar el default. El gobierno argentino declaró su
intención de continuar negociando, pero hay una
fecha concreta que pone límite a cualquier prórroga que pueda hacerse al canje:
el 22 de mayo se cumplen los 30 días de gracia para pagar US$ 500 millones
de intereses de los bonos globales.
Las alternativas
que enfrenta el país son tres: primero, llegar a un
acuerdo antes del 22 de mayo; segundo, pagar los intereses adeudados
antes de esa fecha y comprar tiempo hasta la próxima tanda de vencimientos a
fines de junio; o tercero, llegar al 22 de mayo sin pagar ni arreglar,
lo que constituiría técnicamente el default, aunque continúen las
negociaciones y tratando de que no haya aceleraciones por parte de los
bonistas. El escenario está abierto, y el resultado dependerá de la visión del
presidente.
Llegamos a la
compleja situación por una serie de desmanejos:
1.
Se perdió mucho tiempo en
comenzar las negociaciones. De hecho, se podría
haber avanzado después de las PASO o cuando asumió el gobierno el 11 de
diciembre.
2.
Nunca se delineó un
programa económico que mostrara el esfuerzo fiscal,
las medidas estructurales para favorecer el crecimiento o las políticas para
bajar la inflación.
3.
Al FMI se lo usó para
mostrar la sostenibilidad de la deuda,
pero nunca se le pidió opinión sobre el marco de política económica. Lo más
triste es que el Fondo fue “cómplice” de una estrategia que puede llevar al
default.
4.
La oferta se basaba en
supuestos de un escenario con un claro sesgo negativo, que implicaban un muy
bajo crecimiento y un muy limitado (a la vez que tardío) ajuste fiscal. En ese sentido, la propuesta que surgió era muy asimétrica: se les
pedía mucho esfuerzo a los acreedores a cambio de muy poco por parte del
gobierno (y esto fue antes del COVID-19).
Pero aún no todo
está perdido. Los términos económico-financieros de la
propuesta pueden ser mejorados de forma de acercarse a un valor que sea
aceptable para los acreedores sin necesidad de poner en riesgo la
sostenibilidad de la deuda.
Más allá de estos
errores, todavía hay tiempo para que el pragmatismo se imponga al dogmatismo,
y que Argentina evite un noveno default en su historia. La clave es
que quienes toman las decisiones tengan un diagnóstico claro de los costos y
beneficios de un default.
No hay comentarios:
Publicar un comentario