La brecha cambiaria tocó 100% la semana pasada
medida por el dólar paralelo y un poco menos en las versiones “contado con
liqui” y MEP. Según los
registros, esta es la brecha más alta en 30 años. Esta diferencia entre
el dólar oficial y el resto genera un sinnúmero de distorsiones en la economía
de la que puede ser difícil salir, más allá de mejoramientos temporarios.
La prueba de eso es que con el mercado minorista
acotado a US$ 200 dólares por persona y por mes, con superávit comercial en
bienes y sin déficit turístico el Banco Central tuvo que vender más de 500
millones de dólares en abril. En lo que va de mayo el BCRA registraba compras
por sólo US$ 23 millones al día 12, pero si se computan los días siguientes
vemos que volvió a ser un vendedor neto en plena temporada de cosecha.
Las compras del Central fueron fuertes en
noviembre, diciembre y enero (US$ 4.000 millones), pero luego se desvanecieron.
La experiencia muestra que cuando la brecha pasa un umbral del 40/50%, el
BCRA deja de ser un comprador neto de dólares. Quizás agrave la situación
el hecho de que los agentes económicos tengan un recuerdo fresco de cepos
anteriores y jueguen la partida con más destreza.
Hay varios motivos para la floja performance de
este cepo. Los desincentivos para los exportadores son gigantes. Para el
complejo sojero obtener 45 pesos por dólar exportado indudablemente no luce el
negocio más atractivo del mundo cuando de querer dolarizar sus flujos tiene que
pagar 120 pesos. Para los importadores pagar deudas comerciales a 68 pesos
es una oportunidad. Incluso en medio de la recesión y la pandemia no
parecería un mal negocio para importadores reponer stocks. No debería sorprender
que en este escenario aumentaron las compras de US$ 200 de minoristas que
podrían ganar unos 8,000 pesos vendiéndolo en el mercado paralelo, la práctica
conocida como “puré” incluso luego de pagar el impuesto “PAIS”.
Cuando se siente acorralado el gobierno suele
tomar medidas restrictivas, que
lo alejan de prácticas de mercado. Una de ellas fue impedir que las empresas
agropecuarias accedan a líneas de crédito baratas si tienen 5% de su producción
en silos. Este no es un dato fácil para determinar para un banco, que a su vez
se encuentra con un problema de “compliance” para el que no está preparado.
Está claro el mensaje para el campo: “suelten sus granos”. Por el lado de las
importaciones hay evidencia anecdótica que las autorizaciones están frenadas en
estos días.
Adicionalmente el BCRA sobre el fin de la semana
pasada generó una serie de medidas monetarias cuyo resultado apunta a mayores
tasas para ahorristas en pesos. Para
no generar pérdidas en la banca, decidió cambiar el sistema de encajes tal que
se puedan usar Leliqs (rinden 38%) como encaje para depósitos a plazo y
aumentar el rendimiento de los pases de 15.2 a 19%. En este caso, utilizó el sistema de precios
para buscar su objetivo.
De todas maneras, el 26.6% para todos y todas en
los plazo fijos, aun mejorando lo anterior, no parece ser una tasa que convenza
a los argentinos para traer dólares o dejar de comprarlos. Probablemente
necesite una tasa bastante más alta para bajar la brecha. Lo curioso fue
que no atacaron una medida como el “parking” impuesto por el gobierno anterior
para evitar el “rulo” que podría agregar algo de oferta de dólares MEP, aunque
sea de manera temporaria.
El valor de los tipos de cambio paralelo parece
bastante firme dado que frente a subas generalizadas de activos sólo han
retrocedido marginalmente. El elefante en la sala es el tipo de cambio
oficial, que no ha parado de apreciarse en los últimos meses en términos reales.
Más aún con el real brasileño alrededor de 5.8 lo que implica una depreciación
de cerca de 30% contra el peso en términos reales. En términos multilaterales
el peso se fortaleció 17% contra su valor de septiembre último. Nuestra
visión es que una aceleración de las micro devaluaciones luce casi inevitable,
al menos hasta que el gobierno se sienta cómodo para plantear otra alternativa. Con la base monetaria crece al 85% interanual
o 40% desde febrero es difícil que el techo baje. Así que es más probable que
suba el piso.
¿Qué podría ayudar a que baje la brecha? Un acuerdo con los acreedores que aumente la
credibilidad, ya que la probabilidad de un default es uno de los
ingredientes de la demanda de pesos.
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