miércoles, 10 de julio de 2019

¿Qué nos está diciendo el tipo de cambio real actual?


El tipo de cambio real multilateral actual es 18% más alto que durante el período 2016-17, antes de la crisis cambiaria de 2018. No es una suba destacable. En su peor momento, cuando el dólar saltó a 40 pesos a fines de agosto pasado, llegó a estar 55% más alto. Desde entonces se ha estado apreciando, aunque ese recorrido no fue lineal ni poco volátil. Se conjugaron aspectos monetarios, externos, políticos y expectativas, que deben sostenerse en algunos casos y validarse en otros. En este sentido, el nivel del tipo de cambio real actual refleja una mirada posible aunque a nuestro entender demasiado constructiva sobre el futuro de la economía argentina.
Vayamos un poco hacia atrás. Tras el "overshooting" de fines de agosto que llevó a la puesta en vigencia del nuevo régimen monetario en octubre pasado, el peso se apreció en términos reales y desde entonces se movió dentro de cierto rango, aunque con bastante volatilidad y en buena medida al compás de las encuestas y las sorpresas inflacionarias.



Hasta que hubo dos hitos destacables. El primero a fines de abril, cuando se anunció que el Banco Central podía intervenir en el mercado de cambios. Esto tuvo un impacto muy destacable sobre la volatilidad nominal (y real) del tipo de cambio, aunque no tanto sobre su nivel. El segundo a principios de junio, cuando se anunció a Pichetto como vicepresidente de Mauricio Macri. Este anuncio, sumado al anterior, impulsó al peso y a la demanda de activos en pesos, lo que coincidió con un buen momento en general para las monedas emergentes. El efecto sobre el nivel del tipo de cambio real (y los activos argentinos en general) fue más evidente y desde entonces el peso se apreció casi 10% en términos multilaterales, saliendo finalmente de ese rango en el que se ubicaba desde noviembre pasado.
Miremos ahora hacia delante. Hay dos aspectos que nos preocupan. El primero es la volatilidad del tipo de cambio real, que aún tras el anuncio sigue siendo elevada cuando se la compara contra otras monedas emergentes. La volatilidad es mala porque desalienta las exportaciones y las inversiones en general. Para reducirla en serio hay que seguir avanzando en la consolidación fiscal y hacer reformas estructurales que disminuyan el sesgo antiexportador y aumenten el comercio internacional. El segundo es el nivel del tipo de cambio real. A nuestro entender, la fortaleza real del peso en estos días está exacerbada por la política monetaria, que va a requerir modificaciones luego de las elecciones, y por expectativas electorales y políticas que ya descuentan un triunfo del oficialismo que aún debe ser validado en las urnas. Además, consideramos asume que durante los primeros meses de gestión el país regresa rápidamente al mercado del crédito voluntario. Es un futuro posible, incluso probable, aunque a nuestro entender demasiado constructivo con la información hoy disponible.

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