miércoles, 26 de junio de 2019

Crece el empleo, pero también el desempleo y la informalidad


En el primer trimestre del año hubo unos 200 mil empleos más que un año atrás, a pesar de que el PBI cayó 5.8% en igual período. Los salarios reales fueron el gran amortiguador. En efecto, la economía no destruyó empleos en términos absolutos, en un contexto de fuerte caída de la actividad, en buena medida porque los salarios reales promediaron en el período una caída anual cercana al 12%. Esta característica no es nueva y se ha repetido en las últimas recesiones.
Si bien el empleo creció en el último año, su calidad empeoró y su crecimiento no fue suficiente para evitar que aumente la tasa de desempleo. Probablemente este rasgo se mantenga durante los próximos trimestres. Veamos en más detalle que pasó con el empleo y el desempleo:  
ü  Si bien en el último año se crearon cerca de 200 mil empleos, el empleo asalariado formal cayó en unos 170 mil empleos, de modo que se crearon cerca de 370 mil empleos repartidos más o menos en partes iguales entre puestos de trabajo informales y no asalariados (cuentapropistas, autónomos, monotributistas, etc.). Dado que el crecimiento anual del empleo fue algo menor al crecimiento anual de la población (que ronda el 1%), la tasa de empleo registró una leve caída en el último año desde 42.4% a 42.3%.

ü  El desempleo llegó a 10.1% en el primer trimestre del año, frente a 9.1% un año atrás. En todo el país, hoy hay alrededor de 2.1 millón de desocupados, frente a 1.9 un año atrás. La suba en la tasa de desempleo se explica porque gente que antes estaba inactiva ahora está buscando trabajo, en parte como respuesta a la caída de los salarios y la necesidad de algunos hogares de reforzar el ingreso familiar. En efecto, en el último año la tasa de actividad aumentó desde el 46.7% al 47.0%.


La flexibilidad que mostraron los salarios reales en el último año no es nueva y ha actuado como amortiguadora de la fuerte recesión sobre el nivel de empleo de la economía. Este patrón de caída destacable en los salarios reales con poca destrucción de empleos se ha observado en general en las últimas recesiones, caracterizadas por rápidas aceleraciones inflacionarias seguidas de ajustes salariales nominales que corren desde atrás. En cambio, en economías de baja inflación y leyes laborales más flexibles los ajustes tienden a observarse mucho más en el empleo que en los salarios reales promedio.

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