El Banco Central volvió a comprar reservas tras el endurecimiento de los controles
cambiarios. En lo que va de noviembre, el Banco Central lleva comprados unos
US$ 1,500 millones. Esto sin dudas trajo alivio y marcó un quiebre respecto a
la preocupante dinámica previa, por supuesto, al costo de endurecer los
controles. Incluso, ha contribuido a estabilizar
los depósitos privados en dólares, que han dejado de caer. Como positivo se
puede sumar también la caída de la
brecha cambiaria, ubicada en niveles sorprendentemente bajos. Buenas noticias que traen alivio en medio
de una transición de gobierno.
Esta nueva
dinámica cambiaria se ve favorecida por cierto adelanto de las liquidaciones agrícolas, ante la perspectiva de una
probable suba de retenciones, luego del 10 de diciembre. El superávit comercial
actual, que hacia adelante apunta a la zona de los USD 20 mil millones anuales,
es un ancla inmediata para el dólar oficial.
No obstante, la estabilidad cambiaria no está
asegurada. En el horizonte aparecen distintos focos de riesgo -algunos tal vez más urgentes que otros- que
si no se atienden a tiempo podrían desencadenar un nuevo salto cambiario del
dólar oficial el año próximo.
Un primer riesgo es enamorarse el statu quo. El tipo de cambio en 60 pesos por dólar no
tiene mucha vida útil con la inflación actual. Si bien cabe esperar que el dólar oficial sea utilizado como ancla
antiinflacionaria el año próximo, es importante generar los mecanismos para que
se vaya deslizando en el tiempo. La posibilidad de aflojar los controles para
que las empresas puedan girar dividendos es una buena señal en ese sentido, que
trascendió en los últimos días.
Un segundo riesgo es un aumento persistente de la
brecha cambiaria.
Esto podría comenzar a principios del año próximo, si el Banco Central no
esteriliza todos los pesos que dejará la emisión monetaria de fin de año (unos
AR$ 300 mil millones), y/o si no hay una resolución favorable con la deuda
pública. Una brecha cambiaria persistentemente más alta que la actual genera un
mercado cambiario disfuncional, donde todos desean acceder para importar y
esquivar para exportar. Eso con el tiempo termina desencadenando un salto
devaluatorio, del estilo de principios de 2014.
Evitar un nuevo salto cambiario es muy importante por
varias razones. Se sabe que
siempre son muy costosos, en tanto paralizan la actividad económica y la
inversión. Pero además, generan una aceleración inflacionaria, que en las
condiciones actuales podría llevarla a un nuevo escalón más alto, bien por
encima del 50% anual, lo que generaría una nueva ronda de aumento de la pobreza
y deterioro de los indicadores sociales. No
hay que subestimar el riesgo de entrar en un ciclo de saltos devaluatorios,
seguidos de aceleraciones inflacionarias y nuevos saltos devaluatorios.
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