jueves, 15 de junio de 2017

Que lo urgente no tape lo importante

La discusión macroeconómica hoy se centra en lo urgente, en temas de corto plazo como la persistencia de la inflación, la evolución de la tasa de interés y el tipo de cambio, la lentitud de la reactivación económica y el tamaño del déficit fiscal.
Mucho menos se habla de los desafíos de mediano y largo plazo, que son los importantes para que una vez que se consolide el arranque de la actividad económica se puedan lograr tasas de crecimiento altas que permitan mejorar el nivel de vida y atacar la pobreza.
En nuestra opinión hay cuatro temas que son centrales y que en gran medida van a definir si la Argentina va a ser un país competitivo, atractivo para los inversores, con equidad y con un marco macroeconómico que estimule el crecimiento y reduzca la vulnerabilidad externa.
Consolidación fiscal: es muy importante que el país lleve adelante una reducción sostenida del déficit fiscal y que cumpla con las metas que fijó el gobierno para los años 2017-19 de un esfuerzo fiscal equivalente al 1% del PBI por año. Esto es necesario para lograr estabilizar el ratio de deuda a PBI en niveles que sean menores al 40%, y de esa forma pueda asegurar que el país mejore su calificación crediticia para elevarla del nivel actual de B a BBB, con lo cual recuperaríamos la calificación de grado de inversión que hemos perdido hace más de 70 años. La reducción del déficit fiscal no es fácil, y la baja de subsidios puede complicar las metas de inflación, pero sin duda debería ser la primera prioridad.
Desarrollo del mercado de capitales: uno de las grandes vulnerabilidades del país es la dependencia de los mercados financieros internacionales para obtener el fondeo de largo plazo tanto para la Nación, las provincias y del sector privado. El problema es que luego de la nacionalización de las AFJPs, Argentina dejó de contar con inversores institucionales locales que inviertan con un horizonte de largo plazo. Esta situación lleva a estar sujetos a los vaivenes de la situación financiera internacional, que cada tanto genera una crisis. Si bien está por sancionarse una nueva ley de mercado de capitales, sin un pilar de ahorro de retiro voluntario es difícil pensar que esta vulnerabilidad se puede solucionar. 
Reducción del costo argentino: Argentina es una de las economías más cerradas del mundo, con baja productividad en muchos sectores, con un mercado laboral muy rígido, con una carga impositiva muy pesada y con costos de logística elevados. Estos problemas no se pueden corregir de la noche a la mañana, pero en la medida que siga la incertidumbre respecto de cómo y cuándo se va a abrir la economía a mayor competencia externa, de que no quede claro cuál va a ser la nueva estructura impositiva tanto a nivel nacional como provincial y municipal es muy difícil que venga la inversión. El gobierno lo trata de reemplazar con regímenes especiales (como en el caso del petróleo), pero el enfoque de caso por caso a larga no es aconsejable. Es mejor avanzar rápido en delinear las políticas de largo plazo de la apertura económica, de desregulación económica, de incentivos a la inversión y de los cambios en la estructura tributaria 
Reforma del sistema previsional: el peso de las jubilaciones va camino a representar el 10% del PBI y es hoy un desafío para las cuentas fiscales. Si bien los déficits en las cuentas previsionales son un problema universal, en la Argentina el desequilibrio es enorme debido al alto nivel de informalidad del mercado laboral sumado a que el país cuenta de hecho con una pensión universal. Esto ha llevado a que la relación de fuerzas entre quienes aportan al sistema y los jubilados hoy sea cercana a 1.5 (9 MM vs 6 MM), lo que ha tornado al sistema estructuralmente muy deficitario. Esto tiene su correlato en los números fiscales, en tanto la recaudación de aportes y contribuciones es también muy inferior al peso de las jubilaciones (6.5 % del PBI vs 10%). Como sucede hoy en Brasil, es una discusión que en algún momento va a llegar.  

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