La discusión macroeconómica hoy se centra en lo urgente, en temas de corto plazo como la persistencia de la inflación, la
evolución de la tasa de interés y el tipo de cambio, la lentitud de la
reactivación económica y el tamaño del déficit fiscal.
Mucho menos se habla de los desafíos de mediano y largo plazo, que
son los importantes para que una vez que se
consolide el arranque de la actividad económica se puedan lograr tasas de
crecimiento altas que permitan mejorar el nivel de vida y atacar la pobreza.
En nuestra opinión hay cuatro temas que son centrales y que en gran
medida van a definir si la Argentina va a ser un país competitivo, atractivo
para los inversores, con equidad y con un marco macroeconómico que estimule el
crecimiento y reduzca la vulnerabilidad externa.
Consolidación fiscal: es muy importante
que el país lleve adelante una reducción sostenida del déficit fiscal y que
cumpla con las metas que fijó el gobierno para los años 2017-19 de un esfuerzo
fiscal equivalente al 1% del PBI por año. Esto es necesario para lograr
estabilizar el ratio de deuda a PBI en niveles que sean menores al 40%, y de
esa forma pueda asegurar que el país mejore su calificación crediticia para
elevarla del nivel actual de B a BBB, con lo cual recuperaríamos la
calificación de grado de inversión que hemos perdido hace más de 70 años. La
reducción del déficit fiscal no es fácil, y la baja de subsidios puede
complicar las metas de inflación, pero sin duda debería ser la primera
prioridad.
Desarrollo del mercado de capitales: uno
de las grandes vulnerabilidades del país es la dependencia de los mercados
financieros internacionales para obtener el fondeo de largo plazo tanto para la
Nación, las provincias y del sector privado. El problema es que luego de la
nacionalización de las AFJPs, Argentina dejó de contar con inversores
institucionales locales que inviertan con un horizonte de largo plazo. Esta
situación lleva a estar sujetos a los vaivenes de la situación financiera
internacional, que cada tanto genera una crisis. Si bien está por sancionarse
una nueva ley de mercado de capitales, sin un pilar de ahorro de retiro
voluntario es difícil pensar que esta vulnerabilidad se puede solucionar.
Reducción del costo argentino: Argentina
es una de las economías más cerradas del mundo, con baja productividad en
muchos sectores, con un mercado laboral muy rígido, con una carga impositiva
muy pesada y con costos de logística elevados. Estos problemas no se pueden
corregir de la noche a la mañana, pero en la medida que siga la incertidumbre respecto
de cómo y cuándo se va a abrir la economía a mayor competencia externa, de que
no quede claro cuál va a ser la nueva estructura impositiva tanto a nivel
nacional como provincial y municipal es muy difícil que venga la inversión. El
gobierno lo trata de reemplazar con regímenes especiales (como en el caso del
petróleo), pero el enfoque de caso por caso a larga no es aconsejable. Es mejor
avanzar rápido en delinear las políticas de largo plazo de la apertura
económica, de desregulación económica, de incentivos a la inversión y de los
cambios en la estructura tributaria
Reforma del sistema previsional: el peso
de las jubilaciones va camino a representar el 10% del PBI y es hoy un desafío
para las cuentas fiscales. Si bien los déficits en las cuentas previsionales
son un problema universal, en la Argentina el desequilibrio es enorme debido al
alto nivel de informalidad del mercado laboral sumado a que el país cuenta de
hecho con una pensión universal. Esto ha llevado a que la relación de fuerzas
entre quienes aportan al sistema y los jubilados hoy sea cercana a 1.5 (9 MM vs
6 MM), lo que ha tornado al sistema estructuralmente muy deficitario. Esto
tiene su correlato en los números fiscales, en tanto la recaudación de aportes
y contribuciones es también muy inferior al peso de las jubilaciones (6.5 % del
PBI vs 10%). Como sucede hoy en Brasil, es una discusión que en algún momento
va a llegar.
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