A pesar de una
serie de noticias positivas que comentábamos en nuestra editorial de la semana
pasada, como la aprobación formal del acuerdo con el FMI, la incorporación
de los ADR argentinos a los índices de mercados emergentes, las exitosas
licitaciones de bonos del tesoro y Lebacs y la buena recepción del mercado a
las medidas del nuevo Directorio del BCRA,
el mercado cambiario aún no logra encontrar un punto de equilibrio.
La caída del peso llevó a la Tesorería Nacional a
subir el monto diario de licitaciones con recursos del FMI de 100 a 150
millones de dólares y además el Banco Central puso sobre la mesa 300 millones
extra de sus propias reservas para hacer retroceder el dólar a un cierre
mayorista de 29 pesos la semana pasada. Si
bien las señales del primer lunes de Julio fueron buenas, aún es muy temprano
para cantar victoria.
La pérdida de confianza de los inversores ha llegado
a una instancia que ni siquiera con este valor nominal del dólar (impensado
hace unas semanas) y con este nivel de tasa de interés, hay oferta de dólares
del sector privado. Si el único oferente de dólares es el sector público, el
dólar sube muy rápido y con poco volumen como ocurrió el viernes pasado donde
antes de las licitaciones se llevaban operados unos 20 millones de dólares.
Cuando el
mercado opera en “modo desconfianza” el sector privado no quiere vender dólares
hasta tanto sienta que llegó (e incluso sobrepasó) un techo. Nadie puede saber
cuál es el techo pero la presunción es que mientras el Banco Central ponga un
freno a la depreciación ese nivel mágico no habrá llegado (distintas son
las ventas de dólares de la Tesorería Nacional ya que se trata de
financiamiento presupuestario con fondos del FMI que el gobierno vende para
cubrir sus gastos en pesos).
Subir más la
tasa de interés no ayuda mucho a contener el dólar en esta situación. Si el
mercado espera una depreciación diaria de un peso (3.4% directo, más de 1.250%
en tasa nominal anual) no hay tasa de interés que pueda tentar a un vendedor ni
que sirva de castigo a un comprador.
En nuestra
opinión, se acerca el momento de la verdad. Así como no es aconsejable
nadar contra la corriente en un río con mucho caudal y lo único que
conseguiríamos (con suerte) es agotar nuestra energía, del mismo modo actualmente se presentan las condiciones
para dejar que el mercado le ponga un "techo al dólar", posiblemente
algo exagerado, pero dejando de consumir reservas que son finitas y generando
los incentivos para que el propio sector privado comience a ofertar sus dólares
al tipo de cambio vigente.
Mirando los
"fundamentals", el tipo de cambio real vigente en la actualidad es
consistente a mediano plazo con una cuenta corriente en dólares bastante menos
deficitaria y una acumulación de activos externos por parte del sector privado
sensiblemente más baja. En efecto,
el actual tipo de cambio real es similar al de 2011, cuando el balance
turístico estaba prácticamente equilibrado (el déficit turístico era USD 6,000
millones más bajo) y la formación de activos externo era bastante menor (entre
USD 10,000 y USD 15,000 millones más baja que en los últimos doce meses).
Aún con términos del intercambio algo más bajos en
las últimas semanas (producto de una soja algo más barata y un petróleo algo
más caro), desde los
"fundamentals" macro vigentes creemos que el techo al tipo de cambio
real debería encontrarse a la vuelta de la esquina. Quizás sea el momento que
el mercado también lo entienda y se convenza por sí mismo.
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