En octubre las reservas del Banco Central subieron unos USD 7.3 mil
millones, gracias a los dólares que el Gobierno
obtuvo por sus colocaciones de deuda y que actualmente están depositados en el
Banco Nación. Esta suba de reservas no incluye los dólares del blanqueo, que se
computan aparte, ni a intervenciones cambiarias, que en los últimos tres meses
han arrojado un saldo neutro, tanto con el sector público como privado.
Los países que implementan metas de inflación tienen niveles de
reservas brutas respecto al PBI bastante mayores que Argentina. Las comparaciones son odiosas, pero Perú (30%), Chile (15%) o
Brasil (20%) son algunos compañeros de clase que lucen bastante mejor que
Argentina (7%).
Las reservas cumplen la función de "amortiguador" y
permiten a los países y a sus bancos centrales estar mejor preparados para
lidiar con shocks externos sin tener que comprometer sus objetivos de baja
inflación y estabilidad financiera. En un mundo con
volatilidad creciente en los flujos de capitales, es bueno tener un "colchón" que suavice los movimientos
financieros, aún cuando ese colchón sea un sub-producto del endeudamiento
público y la política monetaria, y no un objetivo primordial de ésta. En este
sentido, las reservas cumplen la función
de ser un seguro para usar sólo en situaciones de emergencia, moderando las
fluctuaciones del ciclo económico.
Por ello es muy importante la recomposición en el nivel de reservas
internacionales del Banco Central que estamos observando. Y que el proceso
no se corte, sino que se consolide a mediano plazo para poder contar con más
autonomía en la travesía. Las reservas brutas hoy superan los US$ 38 mil
millones, aunque incluyen pasivos en
dólares por US$ 17.6 mil millones de depósitos en dólares que pertenecen a
ahorristas, y pasivos con el exterior por US$ 12 mil millones derivados del
swap de monedas con China y operaciones de pases con bancos privados europeos. Al último día hábil del mes, se canceló deuda con el BIS por US$ 2.5 mil millones.
Así, las reservas netas de pasivos en dólares son US$ 8.3 mil
millones, mucho mejor que el cero que registraban cuando ingresó el nuevo Directorio
al Banco Central, pero aún por debajo de lo deseable para transmitir absoluta
confianza en un mundo con flujos financieros más inestables.
Una parte de los dólares ingresados
a las reservas brutas serán utilizados para pagar deuda pública en moneda
extranjera, con lo cual las reservas caerán en los próximos meses contra esos
pagos. Pero otra parte será utilizada por el Gobierno para financiar gastos en
pesos y deberá ser monetizada y esterilizada, al menos parcialmente, por el
Banco Central. Así, el aumento de reservas propias del Banco Central vendrá
maridado con aumento del stock de Lebacs y del déficit cuasi fiscal. De nuevo, el aumento de reservas puede
verse como un seguro, que obviamente no es gratis.
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