La semana pasada el Gobierno redobló la apuesta y tuvo
gran éxito al buscar financiamiento en pesos a tasa fija, esta vez a 7 y 10
años, para extender los plazos del bono a 5 años al 18.2% que colocó hace
apenas tres semanas. El mercado volvió a mostrar gran interés y se colocaron a
la par AR$ 22.8 mil millones a 7 años al 16.0% y AR$ 53.6 mil millones a 10
años al 15.5%.
El Gobierno logró de este modo seguir extendiendo la
curva soberana en pesos a tasa fija y lo hizo a tasas que eran impensadas sólo
unos meses atrás.
Es importante que la curva se mantuvo invertida, con
tasas de interés más bajas para plazos más largos, lo que indica que el mercado
está "comprando" una baja de inflación importante para los próximos años. En otras palabras, los inversores sacrifican
algo de rendimiento en los primeros dos o tres años que esperan recuperar con
creces en los años siguientes cuando la inflación llegue a un dígito.
El éxito del Gobierno en estas colocaciones es
ciertamente compartido con el Banco Central. Si
bien Prat Gay y Caputo tuvieron la visión de que esta transacción se podía
hacer y que iba a ser exitosa, hubiera sido imposible colocar estos bonos si el
mercado no estuviera convencido de que Sturzenegger va a hacer todo lo que sea
necesario para que la inflación llegue a un dígito lo antes posible.
Esta curva en pesos a 10 años se convertirá más
temprano que tarde en la referencia de tasas para el mercado de crédito local, que comenzará a desacoplarse de la tasa de política monetaria del
Banco Central. Es decir, la curva soberana comenzará a ser la base sobre la que
los bancos construyen su tasa de préstamos personales, prendarios o
hipotecarios, agregándole sus primas de riesgo crediticio, operativo, encajes,
e impuestos. En poco tiempo podremos ver hipotecas en pesos a tasas inferiores
de entre 15 y 20%, y empresas que encontrarán más ventajoso endeudarse a largo
plazo que a corto.
El hecho de que
el Gobierno esté desarrollando el mercado de pesos, tanto a tasa fija como en
instrumentos ajustables por CER (o UVA como lo llaman ahora) es central para reducir la vulnerabilidad
financiera del país en caso de que enfrente shocks externos. De hecho, una
de las fortalezas de muchos países emergentes ha sido el hecho de que pudieron
sobrellevar una fuerte depreciación de sus monedas sin que eso implique un
aumento en el ratio de deuda pública a PBI.
Con estos nuevos bonos Argentina va en la dirección correcta.
Por último, con esta emisión el Gobierno prácticamente
cerró el programa financiero de este año. Esto
incluye unos US$ 5 mil millones para cumplir con el margen de financiamiento
con el Banco Nación, que establece un máximo de 30% de los depósitos públicos
en la entidad y que había quedado afectado tras una caída de los depósitos
públicos.
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