La economía
argentina ha transitado una larga estanflación los últimos años. Para volver a
crecer de manera saludable y poder sostenerlo en el tiempo, es necesario elevar la tasa de inversión
sobre el PBI en forma permanente. Pero esto no será suficiente. El desafío complejo - pero posible - es
lograr el crecimiento sin afectar los actuales niveles de consumo ni fomentar
las vulnerabilidades externas. Todo dependerá
en gran medida del destino que se le dará a los recursos que vaya generando el
crecimiento.
¿Bajo qué condiciones entonces la tasa de inversión
puede elevarse en forma permanente sin afectar los actuales niveles de consumo
y esquivando al mismo tiempo las vulnerabilidades externas del pasado?
1. Que el consumo crezca más despacio que el PBI. Un crecimiento del consumo más lento le da espacio a la inversión
para seguir creciendo, lo que significa que los recursos que vaya generando el crecimiento se vayan mayormente reinvirtiendo
en lugar de consumirse. Es lo contrario a lo que sucedió en los últimos
años. El consumo privado, más allá de la caída de los últimos meses, se ubica
en niveles históricamente elevados, tanto en volúmenes per-cápita como en su
tamaño respecto al PBI, en tanto creció desde el 64% en 2004 al 72% del PBI en
2015.
2. Que la inversión crezca más rápido que el PBI. Esto permitirá elevar la tasa de inversión desde el 19.5% del PBI en
2015 hasta (al menos) el 22% del PBI en los próximos años. La tasa de inversión
de los últimos años (19.5% del PBI) es incapaz de hacer crecer la economía y
menos aún de poder sostener un crecimiento en el mediano plazo, aunque sí
alcanzó para mantener el estancamiento en los últimos años. La inversión
crecería 3% este año y esperamos 10% más el año próximo.
3. Que baje el déficit fiscal. La inversión se financia con ahorro privado, público y externo. Como el ahorro público es negativo
(-5% del PBI), una parte importante del financiamiento de la inversión la
aporta el ahorro externo mediante el déficit en cuenta corriente (2.5% del
PBI). Para que la inversión pueda crecer sin atizar vulnerabilidades externas
(como un déficit en cuenta corriente mayor a 3.5% del PBI), es necesario que el
sector público colabore con su parte, baje su déficit y no ahogue el
financiamiento de la inversión. El ahorro privado, por su parte, también crecería
en tanto el consumo privado vaya disminuyendo su tamaño en el PBI.
4) Que la deuda externa y pública se estabilicen respecto
al PBI. Esta condición de solvencia en el largo
plazo prácticamente se deduce del cumplimiento de las anteriores.
Quizás la mayor
complejidad del actual escenario proviene del punto de partida. La tasa de
inversión es relativamente baja y viene maridada con un déficit en cuenta corriente
que ronda el 2.5% del PBI. El bajo nivel de endeudamiento mitiga la estrechez
del corset, pero lograr una tasa de crecimiento saludable requiere transitar un
sendero donde el consumo privado y el
gasto público le vayan haciendo "un lugar" a la inversión dentro del
PBI para no forzar la máquina del financiamiento externo.
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